viernes, julio 20, 2007

Relato a pura tecnología


Transformers (Estados Unidos/2007). Dirección: Michael Bay. Con Shia LaBeouf, Megan Fox, Josh Duhamel, Tyrese Gibson, Rachael Taylor, Anthony Anderson, Jon Voight, John Turturro y Bernie Mac. Guión: Roberto Orci y Alex Kurtzman. Fotografía: Mitchell Amundsen. Música: Steve Jablonsky. Edición: Thomas A. Muldoon, Paul Rubell y Glen Scantlebury. Diseño de producción: Jeff Mann. Presentada por UIP en versión original en inglés con subtítulos o doblada al castellano. Duración: 144 minutos. Apta para todo público.
Nuestra opinión: buena

¿Qué es lo verdaderamente importante en Transformers ? ¿Su capacidad para llevar los efectos digitales a una nueva dimensión artística o la elementalidad de sus conflictos y sus mediocres alegorías patrioteras? ¿Tiene más valor su adrenalínica trama que hace ligeros y efectivos sus 144 minutos o la construcción de un universo más sustentado en el marketing, en las fantasías adolescentes, en el lenguaje publicitario o en el vértigo del videojuego antes que en el terreno estrictamente cinematográfico? Transformers es uno de los productos (no films) más interesantes de los últimos tiempos a la hora de analizar por dónde transita la industria de Hollywood. Estamos ante un despliegue descomunal (casi obsceno) de aplicaciones tecnológicas en la narración audiovisual, una demostración inédita de un poderío que, a esta altura, hace que ningún deseo o capricho de un director reciba como respuesta "eso es imposible, no se puede hacer". La apuesta de Michael Bay (el más consecuente cultor de épicas multimillonarias y apocalípticas como Armaggedon, La roca, Pearl Harbor y La isla ) no pasa sólo por narrar una historia, como el enfrentamiento en la Tierra entre una raza de robots amigables como los Autobots y los despiadados Decepticons, sino por venderle también al público (el target principal aquí son los niños, adolescentes y jóvenes varones) autos deportivos, juguetes o fantasías sexuales. Transformers no es apenas un esfuerzo de la impresionante maquinaria cinematográfica hollywoodense sino un tren (o, mejor, un misil) al que se suben -el espectador verá cómo y por qué- otras industrias tan poderosas como la automovilística, la militar, la gastronómica, la tecnológica o la del entretenimiento. Experto publicitario, Bay construye un universo irreal y fascinante para la masa juvenil que consume sus películas en la que se exalta el nacionalismo, se crean estereotipos (absolutamente todos los personajes femeninos son modelos de cuerpos esculturales) y se tienta al consumidor mostrando en toda su dimensión las características de cada producto en pantalla. Si no fuera un director denostado por la cinefilia, hasta podría decirse que Bay es uno de los realizadores más consecuentes y dueños de ese mundo propio con que los especialistas definen a los "autores". Aquí, nuevamente, estamos ante la inminencia del apocalipsis, de una guerra a escala ya no sólo planetaria sino galáctica. Pero, por supuesto, no falta tampoco el típico antihéroe (el estudiante interpretado por el querible Shia LaBeouf) que se enfrentará a los Decepticons, se ganará la amistad de los Autobots, demostrará que es más listo que las fuerzas de seguridad de su país y, claro, se quedará con la chica más linda y popular del colegio (Megan Fox).

Transformers tiene todo lo que el adolescente ávido de adrenalina, explosiones y gratificaciones instantáneas puede exigir: hay un erotismo propio de la comedia juvenil a lo Porky s , un humor que ya fue probado en Hombres de negro , un toque de sentimentalismo en la línea de E.T., el extraterrestre (uno de los productores es Steven Spielberg), robots de una complejidad que en la comparación dejan a Alien o los Power Rangers como un juego de niños, persecuciones a toda velocidad con heavy-metal de fondo, mucho humor autorreferencial ("Esto es 100 por ciento mejor que Armaggedon ", se exclama) y una bajada de línea ideológica bastante torpe y en sintonía con la política exterior de la actual administración Bush. Volviendo, entonces, a la disyuntiva planteada en los interrogantes iniciales, Transformers es un espectáculo de dimensiones y alcances descomunales, un entretenimiento que dejará ya no sólo satisfechos sino casi exhaustos a los seguidores de este cine pasatista. Para el resto (cinéfilos exigentes, feministas, espectadores politizados, etc), mejor pensar en cualquier otra alternativa antes que ingresar en el mundo de Michael Bay.

Diego Batlle

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